Un nueva trama negra urdida por Francisco Roxo que en ésta ocasión coloca a su alter ego, el investigador Carlos Feijoo, frente a un asesino despiadado. Nace ésta con la calificación de tétrica, lóbrega y siniestra. Juan Muñíz, un huraño molinero que tiene aterrorizada a la aldea, desde que descubrió las extrañas propiedades del agua que almacena su alberca tras ser víctima de expolio por parte de las tropas francesas, la venganza será guía de sus actos. Los baños le han permitido viajar en el tiempo durante dos siglos para perpetrar crímenes impunemente y conservar su aspecto físico en óptimas condiciones.
Un salto en el tiempo de siete felices años en WordPress, que se me han pasado volando. Gracias a todos por estar ahí. Justo al lado de mi corazón, aguantando bromas.
En las mejores librerías y canales de venta autorizados.
Capitulo 1
Qué con el grano molido, durante las noches de luna nueva, en el molino de Cortos se hace el mejor pan de la región es conocido más allá de la frontera. Que el viejo molinero trabaja solo y nunca se casó porque tiene un genio de mil demonios, se sabe en toda la comarca, pero que ésto viene siendo así desde hace más de doscientos años, es el secreto mejor guardado de la aldea.

F/4,5 1/4000s ISO-800 47mm
Capitulo 2
El objetivo fijo de 50 milímetros captura una gran luminosidad debido a que su distancia focal desciende hasta el valor F/1,8 y capta un amplio campo de visión sin el uso de flash, lo cual aporta mayor realidad a la escena, incrementando la sensibilidad del sensor a ISO-800 se puede reducir el tiempo de exposición y por tanto el riesgo de que la foto salga movida.
Cuando descubrí al policía de tráfico a la salida del espectáculo giré para ofrecerle sólo la espalda alejando el rostro unos metros del círculo de la farola, el intenso frío justificaba la capucha que se lo ocultaba a los vecinos. Le distinguí por el andar de anciano renqueante apoyado en la esplendida madurez de su segunda esposa. Caminaron durante unos minutos hasta que alcanzaron el portal, abrió tanteando a ciegas y tropezó con el bulto informe del chaquetón. El cuchillo salió disparado hacia la carótida. A ella fue tan sencillo derribarla sin tocarla apenas. Con un leve golpe del antebrazo, cayó desmadejada. Diluida la silueta en la oscuridad de las calles que apuntan a la desolación del cercano polígono industrial abandoné la ciudad caminando. Al día siguiente «El diario de Ávila» tendría la primera plana montada: Brutal asesinato del antiguo Director General de la Caja de Ahorros. Aún era noche cerrada y la luna nueva me condujo seguro frente al portón de la guarida. Con el hueso del mango asesté tres golpes secos contra los tablones. S. De ese modo inicié el primer contrapunto de la contraseña.
Capitulo 3
Y después otros seis impactos, repartidos en tres tandas de a dos, provocan el chasquido del pestillo, la puerta rota sobre los goznes. Sobre el escabel del zaguán una docena de sacos con la harina permanecen recostados. Paciente junto al pendolón de la viga maestra la lechuza aguarda que el hambre haga salir algún ratón del agujero. La trampilla del infierno ha dejado los ejes inmóviles y silenciosos, dos grandes cabos de vela hacen que brillen las canas de la barba. Acodado en la mesa sobre la cual esperan dos tazones de loza, junto a varias gruesas rebanadas de pan, un tarro lleno de miel y una humeante tetera que expande el agrio vapor de las hojas de cáñamo. -Que tal te va? me pregunta. -Bien ésta mañana le serví dos sacos de buena harina al nuevo gobernador y se hizo cargo del recibo por los diez que me debía el difunto, aún buscan al asesino de su predecesor, después de afeitarme dí el salto para ajustar el asunto ese de las participaciones preferentes. Le contesto.
Me asomó al borde de la balsa, el agua permanece mansa, oscura e inalterada. Saltó y me sumerjo hasta apoyar ambos pies en el fondo, con un impulso emerjo de nuevo. Hace un frío de mil demonios cuando dejo caer un tarro de miel atado a un trozo de corcho, esa será la confirmación de que he retornado al molino, sobre el flotador grabada con un clavo al rojo va la fecha de hoy: 16 de Febrero de Año del Señor de 1817. 5 y 31 de la madrugada, Luna Nueva.
Capitulo 4
Día de San Valentín de 1809, como cada noche había cenado una infusión de hojas de cáñamo y unas rebanadas de pan con miel. Terminada la molienda cerraba la compuerta del infierno cuando resonaron los golpes en la puerta y las airadas voces de los gabachos penetrando por la fuerza en el zagüan. Rebuscaron por todas partes y a punta de bayoneta le conminaron a salir hasta el borde de la balsa mientras algunos de ellos cargaban los sacos de harina en una carreta, a pesar de la ausencia de Luna. pudo distinguir como una sonrisa malvada deformaba los labios del capitán mientras pronunciaba la orden: -Al agua con él. Sintió el latido de rabia y odio al tiempo que se ahogaba, el peso de la lana mojada le arrastraba hasta el fondo, posó los pies y con un esfuerzo sobrehumano tomó impulso en busca del aire, se aferro a las piedras del borde y descubrió con estupor que habían huido con el fruto de su trabajo. La puerta descerrajada y sus enseres sucios, rotos y desparramados por el suelo. Encendió fuego para secar su ropa y con las primeras luces encamino sus pasos hasta la aldea. La calurosa bienvenida de los vecinos que le consideraban huido, muerto o alistado en la guerrilla le dejó estupefacto cuando entre risas le comunicaron la fecha del día: 11 de Febrero de 1812. Saltó de nuevo al agua helada empuñando el cuchillo. Al francés no le quedaría suficiente sangre en el cuerpo para ver la salida del sol.
Capitulo 5
Juan Muñiz jamás olvidará la mañana del primer retorno. Envuelto aún en húmedos harapos camina hasta el poblado inmerso en el silencio de un nublado amanecer, necesitaba constatar que Ella no había padecido durante el asalto, buscaba la compañía de vecinos excitados, oscilando entre el vino de la cantina y el ajetreo de la plaza. No fue así, recibió parabienes, saludos amables y una certera puñalada en el corazón cuando la descubrió dando el pecho amorosamente sentada en el zaguán de la casa del notario. Su marido. Apesadumbrado retornó al molino, indiferente a la tibia caricia del sol sobre la espalda y a la ausencia de su sombra sobre el sendero. En la aldea, algunos perros, lastimeros, aullaron a muerto.