Para combatir el frío, en lo que corresponde a este hemisferio. La receta que prepara Mariano: Ese personaje singular con nombre de Presidente de Gobierno y aspirante a sueldo de Director General. No domina otra, así que pongan mucho cuidado en seguir sus pasos a pies juntillas. Ignoro qué significa este modo, pero ejerciendo de transcriptor hay que ser puntilloso.
Añade unos trozos de jamón serrano en un litro de agua hirviente, también sirven de pollo picado si es que sobró algo de una comida anterior. En ese caso conviene sazonar de sal.
Que están los tiempos para aprovechar.
Secciona con milimétrica precisión unas finas rodajas del correoso pan acopiado en la bolsa de plástico desde anteayer. Otro ahorro. De una baguette, y no más de media docena por comensal. Cuatro dientes de ajo machacados con un tenedor consistente, no sea que se estropee, en una sartén a fuego medio con cuatro cucharadas de aceite de oliva. ¡Se ablandan y desmenuzan sin que se doren! Sobre ellos se extiende media cucharada, de las de café, de pimentón dulce de La Vera. Que cunde mucho. Remuevan enérgicamente y sin salpicar. Para no tener que limpiar más que lo imprescindible. En una acción envolvente, y simultánea, ojo al cronómetro, se suma el pan a la mezcla para que absorban el aceite confitado. Y sin sin dilación se vuelca, cuidado que quema y hace pupa, el contenido de la paila sobre la sopa. En un plato aparte se baten, algo menos que para el caso de la omelette, uno o dos huevos de gallina que se incorporan a la olla sin cesar de remover con cuchara de madera. No deja marcas en la piel porque presenta una incapacidad manifiesta para transmitir calor. Pobriña, que pena la de esta cocina, después de tanto uso, casi que tira a morenita. Se sirve en tazón de barro y se toma con cuchara sopera.
Conviene disponer una copa llena de líquido refrigerante a mano para aliviar los posibles efectos indeseados consecuentes a una profunda y generalizada cauterización bucofaringeolingual. O sea, mejor se la toman a sorbitos.