Dedicado a Rosa y Manuel, mis paisanos, con lo cuales tuve el honor de compartir y disfrutar noventa y cuatro años de recuerdos durante una tarde en el magnífico entorno que puso Puentedey. El mundo es un pañuelo, sobre el cual ellos estiran un largo hilo desde Caracas a Bilbao. Ancianos si. También poseen el generoso tesoro de la memoria. Siempre dispuestos a compartir su casa, su mesa y su experiencia. Que Dios os guarde.
Bueno, pues sí, en ocasiones también soy un blandengue. ¡Leñe!