Si sabía que no tenía que dejar la llave del herbario del restaurante al alcance de la pequeña Lidia, también que las niñas y los locos dicen la verdad.
«¡He colocado las flores del armario por colores tita Lidia. ¡Así ha quedado mucho más bonito!»
Cierto es que en la ensaladilla con pétalos de Alerce persistía un extraño fondo de boca, entre endulzado, ácido y un ligero picante en el paladar.
Lástima que el delito de atentado por envenenamiento de autoridades públicascon flores de adelfa , no prescriba hasta pasados veinte años.
Nos alcanza el tiempo del verano y de disponer el patio como lugar de trabajo para mitigar el calor.
Recuperar contraseñas para activar la posibilidad de dejar, comentarios en lo suyo y de dormir al gato en lo nuestro, que por fin ha superado el curso. Aunque hay otros más duros de mollera, que cada tarde conforman una triste fila de aprendizaje sobre la tremenda importancia de dominar el álgebra de números complejos.
Pero ese será motivo de otra entrada, quizás tras el retorno de un largo viaje, una nueva exploración alrededor de una gigante roja, consecuencia de sorprendentes descubrimientos que, de momento, deberán permanecer en secreto. En esta ocasión esperamos navegar mucho más allá de los confines de Arctur.
Al principio rechazaba aquella tarea nocturna añadida a las asignaturas del bachillerato, además le parecía que aprender mecanografía era tan poco masculino, como cabalgar a lomos de un caballo del tiovivo.
Hasta que por el rabillo del ojo descubrió que al otro lado del aula, habitaba una sonrisa de plata bajo una espesa mata de ensortijado cabello rojo. Entonces supo que pulso a pulso, letra a letra, podría escribirle mil hermosos poemas, componer para ella cientos de apasionantes aventuras y declaraciones de amor que jamás saldrían de su boca. Porqué ella.
Paseo, así, como con piloto automático puesto y de repente me he percatado de la presencia de una enorme encina asentada a pocos metros del camino. «Leñe si parece la abuela del bosque». Eso le espeté a bocajarro sin considerar si lo hacia para mis adentros o en voz alta, el caso es que alguien debió escucharme porque desde la frondosa copa una vocecilla me contestó:
Sepa usted abuelete que, en efecto, esta planta del genero Quercus Ilex es la madre de esos miles que nos rodean y que nosotras la ardillas estamos encargadas de propagar su especie por el mundo, vea que hermosura, que hasta aquí la plantamos cuando Felipe V instauraba en el país la dinastía borbónica, corría el año 1700 de la era.
Desde su altura asistimos a la expulsión de los moriscos, a las invasiones napoleónicas y a las correrías del Maragato, bandido cuya memoria perdura, todavía no se encontraron los tesoros que acumuló con su pillaje.
Añadiendo después una inmerecida puntilla: -A pesar de los trescientos años de vida, resulta joven para el común de su linaje. No como usted, anciano, que le veo transitar auxiliado por pata de palo y con la fecha de caducidad grabada a en el trasero, como cualquier bote de mermelada.
La mordaz «Sciurus vulgaris» goza de mal carácter y como puede pasar de las palabras a los hechos es mejor abandonar el campo indemne.
Adiós señora ardilla; que cualquiera añadía «vulgaris», la escucharía gustoso, pero la lavadora exige tender la ropa al Sol.
Parece que decir del hombre que ocupa la cúspide en la naturaleza, es más un cuento chino que otra cosa.
Estos viajes que permiten tener una disociación de la mente no se pagan con dinero querida. Bueno a veces sí, pero cada vez se pone más difícil conseguir ayahuasca de calidad. He dicho.
-Te recuerdo querido Wulruq, mi ferviente y semi-humano esposo, que en Arturo no sólo disponemos de anillas de aluminio con olor a cerveza añeja como método de pago. Deberías tener presente que puedes abonar las facturas mediante tu propio trabajo, esta especie sólo genera hembras fértiles y dado que los matrimonios mixtos no pueden tener descendencia, se exige separación de bienes. Así que, hasta que la Tierra reviente, vas a continuar con misiones de rescate para civilizar la galaxia. Así me ha contestando muy socarrona la comandanta.
Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. ---Declaración Universal de Derechos Humanos.