Acabada la lectura de los dos volumenes iniciales de la trilogía de El Cairo, relato de una amarga saga familiar bajo la actitud dictatorial de un padre con dos rostros, el del intransigente ortodoxo y el vividor que cierra su tienda en el bazar y pasa a ser un amigote más de los que forman un grupo de fervorosos creyentes, amantes del alcohol, la música, las bailarinas y las cantantes. En todo caso supongo que es un retrato del periodo de entreguerras y revoluciones nacionalistas. Comenzaré estos días la lectura de tercer y último libro y ya les contaré mi impresión, de momento me gustó más el primer tomo por parecer más dinámico y oscilar la trama de uno a otro de los protagonistas que el segundo, muy centrado en los pensamientos y sentimientos del hijo menor, un adolescente enamoradizo y en exceso sentimental, que me recuerda demasiado al joven diletante de En Busca del tiempo perdido. El nene Marcelino de Proust. Y en el que la situación de la mujer, sin derechos civiles ni más futuro que el matrimonio acordado, en el cual pasaba de la tutela del padre a vivir bajo la potestad del marido, me recuerda a la edad media, cuando la discusión eclesiastica giraba en torno al sexo de los ángeles y al reconocimiento por parte de las feminas a poseer un alma que las diferenciara de los demás animales. Bien es verdad que nuestra edad media, tiene la capacidad de retornar con cierta facilidad, así que para los hitos históricos nuestra nación no es el mejor referente. De momento avanzo apesadumbrado en la lectura de un holocausto tecnológico. Voces de Chernobil, los efectos de la radiación en la población de Bielorusia y Ucrania, les anticipo que es un libro duro de leer y que será de «rerrabiosa» actualidad durante los próximos 14.000 años, en contra de mi costumbre, lo escribo con números, ese es el tiempo necesario para que el número de isotopos liberados se reduzca a la mitad. Contiene las confesiones de las víctimas, de sus familiares y una detallada descripción de como es la vida de esos refugiados, de los fallecimientos de los liquidadores que limpiaron esa región y de los supervivientes, además de algunas reflexiones de viva voz, sobre las consecuencias que tienen los nacionalismos y la desintegración de la URSS en ciudadanos tan normales como nosotros. Diría que con esos testimonios se podría redactar un diário de la locura y del poder estatal. Ahora la imagen.
Interesante recorrido por las lecturas hechas y en curso, pasas del Egipto de entreguerras al totalitarismo que duró 70 años y que se especializó en los más diversos métodos represivos.
Tengo ganas de empezar a leer a Svetlana Aleksiévich y ese género, por decirlo de algún modo, periodístico-ficción. Cuentan de ella que tiene una paciencia inmensa al entrar en contacto con los protagonistas, que no tiene prisa al hacer las entrevistas y que puede volver varias veces a hablar con los y las entrevistadas hasta que tiene claro que se acerca a la «verdad».
¿Y que relación tienen las lecturas con el ajenjo?
Un beso y buenas noches!!
El ajenjo es una planta amarga y medicinal, la base de la absenta de la cual parece que se propagaron mentiras sin una base cientifica que las respalde. En ucraniano se llama Chernobil y a raíz de la explosión nuclear se asoció con ciertos pasajes del apocalípsis de San Juan.
«El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo; y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchos hombres murieron por causa de las aguas, porque se habían vuelto amargas»
Un beso.
P.S. No sé por qué causas locas me han entrado ganas de comprarme unos cómodos zapatos
Para mi lo mas interesante de las novelas que describen las familias y a través de ellas la sociedad es comprobar lo parecidos que somos los seres humanos por muy diferentes que sean nuestros entornos. Así no me extraña que un joven egipcio te recuerde a Marcelino.
Muy decepcionado por lo del ajenjo.
Un abrazo
Vaya, cuanto lo siento. A lo mejor te apetecían unos tragos de absenta medicinal. Un abrazo.