Como los vecinos, cuando se encuentran incómodos compartiendo el ascensor:
– Pues parece que refresca.
– ¡Qué va! Esto no es nada. Aún tiene que hacer mucho más frío.
– La lástima es que no llueve.
– Si es verdad, es que ya no llueve como antes.
El del tercero ejerce de cartero y el del sexto reparte butano. Entra en casa tergiversando:
-Jolín con el vecino del quinto.
– ¿Cual? Se interesa ella con fingido interés.
– El tonto ese del BMW (con un cierto retintín envidioso) ¡Qué debe vender paraguas! Pues no quiere que llueva. ¡Como él no se patea las calles con la saca al hombro!
Le mira y lo comprende todo de un vistazo:
– Pues de cartas no entiende ni papa, pero de bombonas un montón, por qué es el mismo que me la sube desde el camión.
Tercio se queda pensativo y decidido a no soltar prenda, así que se asienta ante las noticias, a la espera del condumio.
-Hablar por hablar. Canturrea la mujer, mientras piensa: Aurora que burra eres, ¿O sea que el vecino la tiene como la tiene y te la sube hasta el tercero?
– ¿De qué te ríes?, pregunta desde el salón.
– De nada. De una cosa que han dicho en la radio, una bobada.
Bueno así era durante mi infancia, a base de imaginación, tanta, que se veía con las orejas, hasta que fallaba la luz.
Reblogueó esto en La estaca clavaday comentado:
Revisada y repasada.
Conversaciones muy cotidianas, cuando no se sabe de qué hablar. Me encanta la sencillez con la que lo expresas, amigo Carlos. Besos a tu alma.
Gracias María del Mar, a veces sucede que sólo se abre la boca para rellenar el silencio mientras se piensa en otras cosas. Un beso.
Sí, Carlos, la imaginación que no falte… ¿y cómo la tiene el vecino?
Es una pena, pero llegará el momento que ni hablaremos del tiempo en el ascensor, cada vez más la gente va a lo suyo y no regala ni unos buenos días, como si el estar ocupado estuviera reñido con la buena educación…
Un abrazo.
Muchas gracias Estrella, sucede a menudo durante el paseo de la mañana. que da uno los buenos días y le contesta el silencio. Como sea que no hay nadie a la vista, supongo que por un extraño fenómeno estadístico, muchos sordos caminan por el campo. Ignoraba que también les agradara montar en ascensor. La bombona que conocí era gorda, larga, muy pesada, de un estrepitoso color naranja y con un extraño pito dorado que cubría un preciado capuchón negro que no se debía extraviar por ninguna circunstancia. Ignoro la razón. Un abrazo.
Jeje, Carlos, una sonrisa antes de ir a dormir… Mañana a las seis y veinte toca escurrirse de las sábanas, así que buenas noches.
Conocí aquellas bombonas y al butanero subiendo a un sexto piso, donde vivía antes, con el ascensor más veces averiado que funcionando, pobre hombre… siguen existiendo, a pesar del gas ciudad y las vitrocerámicas.
Un abrazo.
Que disfrutes de una feliz semana. Uy. Si además es cortita! Un abrazo.
Ja, ja, muy bueno. Lo del ascensor es así, aunque yo como tengo niños van por ahí, los tres son guapísimos y están grandísimos, je, je.
Un besote.
Gracias Luna, seguro que han salido a su mamá, como les pasa a los míos. Disfruta mucho de ellos que, en cuanto crecen, se ponen a hablar en alemán. Un besazo.
Calla, calla, la mayor ya tiene 11 años y no sé cómo ha ocurrido, ja, ja. Otro besote.
Me sacaste una sonrisa que me sienta muy bien a esta hora de la noche , o más bien de la madrugada ,uufff y me tengo que levantar a las 8,
Un fuerte abrazo y esta mañana.
Gracias Melani, te sabes aquel que dice Martina
-Mariano las ocho!
Y contesta Mariano.
-Que pasen todas!
Un abrazo.
Jajajajajajajaj , que bueno, no sabia este chiste, gracias por hacerme reir .
Un beso.
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Gracias, me encantan las rosas Melani, aunque no me gusta que las corten. Un beso.
De nada.
Pero para regalarlas hay que cortarlas , es una pena se marchitan pronto aunque le cambie el agua todos los dias, espero que esta no se marchite 🙂
Abrazos con to mi zorazón ❤